«Hay un puñado de disfrutones en León con los que me entiendo»
PACHO RODRÍGUEZ | DIARIO DE LEÓN
«Hola. Toma nota: Llevo 30 días sin luz, encerrado en este ataúd, tumbado soñando en mi celda que es mentira, que es una pesadilla». Pudo ser así. Ana Curra dictando a Eduardo Benavente la letra de Adictos a la lujuria. Se fraguaba un disco intemporal e interrumpido por la muerte del segundo. Era el cuarto concierto de presentación de El Acto y fue en León, en la Tropicana, en 1983. El resto de la historia es un accidente de coche. En Gijón, este sábado, un equipo de fútbol que le gana champions a la vida celebra su 70 aniversario con el Ciares Rock Fest (desde las 20.00 horas. Colegio Los Pericones. Entradas en León en el bar Móngogo a 12 euros).
—‘El Acto’ es el único Lp que resulta ser una obra maestra de un grupo. ¿Qué recuerda del proceso de grabación?
—La clave de conseguir algo que trascienda es precisamente carecer de esa pretensión. Añádele más ingredientes: vivir intensamente, saberlo transmitir, un lenguaje propio, tener fe y sobre todo mucho deseo. Si no hay medios, te los inventas y de la carencia haces la virtud de la originalidad. El proceso de grabación fue sencillo, poco dinero, ideas claras y en tiempo record. En el local se había hecho el trabajo previo aunque yo recuerdo que letras que faltaban se las dicté a Eduardo por teléfono. Fue el caso de Adictos a la lujuria, la hice sobre la marcha y él la grabó del tirón.
—Antes de ‘El Acto’ protagoniza otro LP que resulta histórico: ‘Grandes Éxitos, de Alaska y Los Pegamoides’.
—Fue otro disco hecho con muchísimo entusiasmo. Lo de grandes éxitos lo pusimos como ironía. La grabación fue larga en el tiempo, no por necesidad nuestra sino porque nos dejaban las horas vacantes del estudio en Hispavox. A nosotros se nos hizo eterno y decidimos que aquella obra faraónica tenía que llevar un título grandilocuente. Alaska y Los Pegamoides fue un grupo genial, con cinco personalidades muy precoces. Era una bomba y solo era cuestión de tiempo que dinamitase.
—¿Cómo están siendo conciertos como el de Gijón del sábado?
—En Gijón llevamos tiempo queriendo tocar. Había gente que lo demandaba. La gente del Ceares ha hecho una propuesta y me ha convencido. Ellos también hacen las cosas de modo inusual, sin muchos medios pero con corazón. Y los conciertos de Ana Curra presenta El Acto 30 años despues los he hecho siguiendo mi filosofía independiente, autosuficiente. Y en Gijón no me salían las cuentas... Tocar hoy día de esta forma y hacerlo con dignidad es algo heroico. Los músicos que me acompañan son los que lo han hecho desde el primer día de este proyecto que comenzó en marzo de 2012 y que ya va siendo hora de cerrarlo. Ahora tengo preparado un documental que hará el broche de oro de este periplo. Pero antes iremos a Los Ángeles a tocar y presentarlo. La banda ha sido muy importante para mi. Son amigos y son grandes en el escenario y sonamos que te mueres. Manolo Uvi, César Scappa, José Battaglio y Rafa Le Doc. Les estoy inmensamente agradecida. Hemos tenido una aventura inolvidable en España y en México.
—Trabajar con Eduardo Benavente es ahora asociado a un momento mítico tanto en lo personal como en lo musical, ¿para usted qué fue?
—Fuimos novios, descubrimos juntos el sexo, juntos retamos a la música y una propuesta ética y estética nueva. Fuimos una pareja espectacular y la muerte se encargó de hacer el resto.
—¿Qué hubiera opinado Eduardo de los tiempos musicales que ha vivido este país?
—Aunque soy bruja y tengo capacidades de vislumbrar prefiero no cometer esta audacia. A él le llevo siempre conmigo.
—¿Sigue pensando que la separación de Alaska y Los Pegamoides fue una frivolidad?
—Sí, lo fue. Algunos componentes de Alaska y Los Pegamoides se caracterizan por ello, la frivolidad es su bandera.
—Con León conecta por muchas cosas. El Musac, Vicente Muñoz... Hasta Alberto García-Alix, que en su DNI pone que nació en León! ¿Qué le gusta de esta ciudad?
—Tengo amigos en León. Es una tierra de músicos y poetas. Mi querido García-Alix anecdóticamente nació allí. En el Musac presenté la vida y obra de El Ángel, otro querido mío que guarda mi espalda y con el que viví puro arte y demolición. Hoy día vive en León mi gran camarada El Dogo (Dogo y Los Mercenarios); también tengo estrecha relación on Vinalia Trippers, de Vicente Muñoz, y un buen puñado de poetas, músicos, disfrutones y fauna con la que me entiendo.
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