El escritor leonés Julio César Álvarez analiza el nacimiento y desarrollo de la prensa alternativa
CRISTINA FANJUL
Diario de León, 04/12/2016
Víbora, El Papus, Ajoblanco, y más cerca de León, Vinalia, son algunos de los exponentes de las revistas underground con las que España entró en la modernidad. El escritor Julio César Álvarez hace un análisis de su desarrollo e influencias en un texto publicado en la obra Filosofías subterráneas. Defiende el autor que en la actualidad parece existir un amplio consenso en cuanto al futuro de las publicaciones no oficiales o underground. Resulta ya comúnmente aceptado que todas sus formas pasan progresivamente por una única vía: internet. «Existe todo un conjunto de medios de comunicación que suelen surgir al margen de los medios oficiales y la cultura establecida. Un planteamiento con varias acepciones y conceptos que van desde alternativo, marginal, underground a otros más próximos en el tiempo como subterráneo; aunque todos ellos confluyen en una línea periférica alejada del academicismo y las escuelas oficiales de pensamiento», subraya el escritor en un artículo aparecido en la publicación Filosofías subterráneas. El escritor añade que estas formas de comunicación se han negado mutuamente de manera tradicional, al tiempo que precisa que en muchos casos se produce «una especie de autoafirmación en la negación del otro modelo». Julio César Álvarez cita a Servando Rocha en Agotados de esperar el fin, para defender que los dos modelos perviven en la necesidad mutua del otro, como dos caras de una misma moneda. El autor sostiene que a día de hoy no cabe duda del gran papel que muchos de estos formatos y especialmente de sus contenidos (ética y estética incluidos) han jugado como anticipo y diagnóstico del presente y asegura que el sustrato de fondo de estas revistas es habitualmente adoptado y digerido por los medios oficiales, desbaratando mucha de su creatividad inicial y poder rupturista. «Así, no parece extraño que el francés Michel Onfray mencione que «en los subsuelos se preparan las dinámicas del futuro», revela.
Las primeras publicaciones marginales clandestinas tuvieron que superar el férreo control que las autoridades ejercían sobre cualquier tipo de cultura alternativa, si bien la censura no impidió su aparición. Julio César Álvarez, citando a Dopico destaca que a finales de los sesenta y principios de los setenta surge el «preunderground», en localizaciones puntuales como Ibiza, el Rastro madrileño, o las Ramblas barcelonesas, lugares habituados a lo marginal y el pensamiento divergente. Junto a las escasas protestas de estudiantes universitarios españoles se produjo un despertar del fanzine, dedicado a temáticas como la ciencia ficción o la cultura musical del momento (especialmente la británica y estadounidense). Así, en 1972 nace Arkkkitex, publicación que intentaba desmontar el concepto arcaico de la arquitectura nacional. Los colegios mayores tampoco quedaron al margen, apareciendo en ellos publicaciones puramente subterráneas como Cuadernos de sociología crítica, o Documentos de contrainformación, corrientes claramente críticas ante un modelo uniforme de sociedad. «Dentro de la prensa aprobada por el Régimen, aumentaban los coladeros de firmas que contravenían la opinión oficial y que se aprovechaban de la apertura progresiva, en lo literario destacan nombres como Eduardo Haro Ibars y en lo musical gente como Diego A. Manrique», destaca Julio César Álvarez.
La llegada de la democracia
El escritor analiza el nacimiento, en 1974, de una de las publicaciones más destacadas de la época, Ajoblanco, que pretendía ofrecer un escaparate de la cultura alternativa. «Llegó a ofrecer una tirada amplísima, con 150.000 ejemplares en una época, y se convirtió en referente de todo un sector juvenil. En la misma aparecían contenidos relacionados con el cine perseguido en España, las drogas, o el rock más lisérgico», explica Álvarez. Con la llegada de la democracia, la prensa marginal se convierte en sinónimo de altas dosis de crítica y descripción social. «Era lo más próximo a la realidad diaria y los intereses de una juventud disociada de un pasado gris que querían dejar atrás para siempre», sostiene el escritor. La prensa especializada, como Disco Express, o Vibraciones, seguía muy de cerca las intenciones de la prensa marginal, nutriéndose mutuamente, así no fue extraño que en Disco Express apareciera uno de los ídolos del cómic underground, el personaje Makoki, creado por Gallardo y Mediavilla, que acabaría por aparecer en canciones de uno de los grandes nombres de la prensa marginal de la capital, Fernando Márquez ‘El Zurdo’, en su grupo Paraíso. Él sería, con Carlos Berlanga, Olvido Gara ‘Alaska’, Nacho Canut y Manolo Campoamor, entre otros, los que darían forma a Kaka de Luxe, fanzine primero y grupo punk después, sobre el que giraría el primer núcleo duro de lo que vino a denominarse La Movida madrileña. Con los ochenta llega la etapa de mayor popularización del medio y muchas publicaciones marginales acabaran por convertirse en revistas. El mejor ejemplo patrio es Madrid Me Mata, de Moncho Alpuente.
Otra vuelta de tuerca
Julio César Álvarez se refiere a la década de los 90 con la aparición de una de las revistas icono de los fanzines: Mundo Brutto, a la que define como única por su querencia por lo freak y lo bizarro: «Sus creadores mostrarán temáticas del más profundo underground, realizando una curiosa mezcla entre cultura popular y elitista», precisa el autor. Otro de los ejes sobre los que girarán las publicaciones en los 90 será la literatura que no logra ser asimilada por medios más convencionales. «Destacará en ellos la influencia ética y estética del realismo sucio norteamericano. Es habitual poder leer contenidos relacionados con el mundo marginal de las drogas, la noche o el rock, en el fondo no muy alejados de planteamientos de la década anterior», señala. Uno de los más destacados surge en León. Se trata de Vinalia Trippers, pero hay más. Entre ellos, cita La Vieja Factoría, El canto de la tripulación, o La Chica de la Montaña. A principios del siglo XXI todavía se realizaban importantes exposiciones de fanzines, con catálogo-guía de más de 1500 publicaciones de unos 30 países, lo que ofrece una dimensión de su peso cultural. Defiende el escritor que la creación de webs y blogs con cuidados diseños y contenidos hiperespecializados lleva a generar la temprana opinión de la muerte de la prensa marginal y su no necesidad en un entorno como el actual, en un ficticio y acomodaticio fin de la Historia. Sin embargo, Álvarez defiende que la realidad es incontestable y, pese a internet, la prensa marginal ha mantenido su fortaleza, adaptándose a los tiempos, con mejores maquetaciones y calidades, incluso con la adopción general del color. «Ahí están ejemplos que recorren todo el panorama nacional como es el caso de, por citar algunos, El Summum, Ortodòncia, El Planeta Amarillo, Suicidio Autónomo, Adicciones Porquesí, Mono, Azul eléctrico, Serie B y otros puramente tradicionales, con grapa incluida, como Creppy, Katiuska o La Fanzine», enumera. El escritor destaca que el número de publicaciones sigue siendo muy alto y defiende que muchas publicaciones, con el tiempo, decidieron compaginar ambos modelos y sumar internet a su propuesta tradicional en papel. «Es una de las tendencias actuales más destacadas, pero por supuesto nada, al menos hasta el momento, de la tan cacareada muerte del papel impreso», defiende.