Otto se ha escapado de un cuento. Al menos eso es lo que dice él cuando la gente le pregunta que cómo un niño tan pequeño camina por la calle acompañado de un perro tan grande. En ese momento Otto responde que se ha escapado de un cuento. Muchas veces hace gracia la respuesta, otras, provoca que el adulto que ha preguntado llame a la policía y que Otto y su perro tengan que escapar aún más deprisa.
Su perro no tiene nombre porque en el cuento del que Otto escapa nadie había puesto nombre al perro. Otto sabe que los nombres o los no-nombres que ya están escritos no se pueden cambiar. Por eso él sigue siendo Otto y no otra persona. También piensa que si fuese otra persona quizás no tendría que escapar de nada. Después de escapar solo recuerda el nombre de sus padres, pero no recuerda sus caras, por lo que en realidad sus padres es como si fuesen dos palabras, y dos palabras nunca podrán cuidar de un niño. El perro, no su perro (porque el perro ya estaba en el cuento, no sabe si antes o después de que estuviera él), es grande pero demasiado tonto para cuidar de ambos. Otto es el que cuida y el que organiza las escapadas. Escapar no es solo correr, eso lo descubrió Otto la primera vez que se escapó del cuento. Cuando acabaron en una calle que no conocían, se dio cuenta de que estaban perdidos, y perderse puede ser igual que estar encerrado. Una escapada siempre tiene que llevarte a un lugar mejor.
Es difícil encontrar un lugar bueno, no digamos ya un lugar mejor que otro que fuese bueno. Y, aunque Otto se ha convertido en un experto en encontrar lugares buenos y lugares mejores, a veces se equivoca y toma un camino que le lleva a lugares donde no quiere estar, o peor aún, donde no quiere volver. Estos lugares Otto los llama Oscuros.
Los reconoce porque al llegar a ellos no puede evitar tener miedo de todo.
Los Oscuros a veces son calles, o pasillos blancos o luces azules que parpadean. Cuando tras escaparse nota que le sudan las manos y le duele el cuello y le tiemblan las piernas, solo tiene que mirar al perro esconderse detrás de él para saber que está en uno de esos lugares a los que no quiere ni ir ni volver. Escapar de un Oscuro no es tan fácil, porque es como escapar de haberse escapado antes. Sólo puede cerrar los ojos y agarrase fuerte al perro. Esos parpadeos lumínicos forman una palabra, una palabra horrible. Si la descubres puede que ayudes a Otto. O tal vez estés encerrado en el mismo cuento que él.
Juan Carlos Vicente, del blog Matahoras.
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