A mí no me engañáis, malditos bastardos. Os pasáis el día en el polideportivo pero lo único que venís a hacer es mostrar vuestros musculitos, a alimentar vuestro egocentrismo.
Yo, triste camarero del bar del polideportivo, os he visto en momentos bajos, cuando os refugiábais en la esquina de la barra, haciendo que leíais el manoseado Marca, pero lo que realmente estábais haciendo era lamentaros porque no teníais tanto volumen muscular como vuestro vecino de bicicleta estática.
Vosotros, malditos bastardos, que me miráis a mí, al pobre camarero manco del polideportivo, con cierto desdén, como por encima del hombro, como si estuviérais en una fase más avanzada y hablárais a un niño.
Pues este camarero al que le falta el brazo desde el codo, este camarero gordinflón y calvo, hace las mejores tortillas de patata de la ciudad.
Este pobre camarero se ha reído de su minusvalía y ha superado con creces la meta que la sociedad le había impuesto. Una sociedad llena de prejuicios que le señalaba un taller ocupacional para disminuídos psíquicos para el resto de su vida. No vas a poder aspirar a más, amigo. Trabajarás con ellos. Son retrasados pero son muy cariñosos, te gustará estar aquí.
Pero no. Soy tan tenaz como manco. Aposté y gané. Trabajé y lo conseguí. Llevo el bar del polideportivo. Y yo solo. Bueno, mi brazo y yo.
Pero no. Vosotros, lejos de reconocerme el mérito, me miráis con una mezcla de desprecio y pena. Vosotros, que sabéis que mis tortillas de patata son las mejores de la ciudad, me pedís un pintxo y os dejáis la mitad en el plato. Claro, para no engordar. Mucho batido de proteína y después dejáis abandonada la mejor tortilla del lugar.
No hay mayor desprecio que ese. ¿ Qué os habéis creído, malditos bastardos?¿ Que me he pasado toda la vida luchando para que después me hagáis esto?
Se acabó muchachos. Os voy a dar lo que pedís. No me dejáis otra opción. Empezaré contigo, Charlie. No es que te tenga especial antipatía. Pero has sido el primero en entrar.
- Hola Seve, ¿ me pones un aquarius y un pintxo de tortilla?
- Sí claro Charlie. Pero antes te voy a pedir un favor: ¿ podrías pasar a la cocina y escribirme en un papel “ Tenemos batido de proteína”? Ya sabes que me cortaron el “brazo bueno” y con el que me han dejado me sale letra de médico…
- Por supuesto, voy y te lo hago en un momento.
Charlie entra en la cocina y cae redondo tras recibir un sartenazo en la cabeza.
Seve ha encontrado un sustitutivo al sexo. Un placer que supera el orgasmo. Un divertimento que tiene como hipocentro el muñón. Toma un cuchillo jamonero y el muñón hacen el resto. Clavar en carne y desangrar. Cortar en pequeños pedazos que se puedan meter en la batidora. Carne de culturista y polvos de batido. Los mezclo con agua, lo rebajo y ya hay batido de proteína en el bar polideportivo.
Malditos bastardos. Hace tan solo seis meses que hice de Charlie el mejor batido de proteína de la ciudad y ya habéis olvidado mi tortilla de patata. Ya ni la pedís. Con el batido ya tenéis suficiente. Os da igual que vayáis desapareciendo poco a poco. No os preguntáis donde estarán vuestros antiguos compañeros de gimnasio. Os da igual. Menos competencia en el corral.
Ahora tenéis nuevos gallos con los que compararos. Nuevos vigoréxicos que han venido de otros gimnasios atraídos por el nuevo y milagroso batido de proteína del bar del polideportivo.
Con vosotros tengo negocio para rato, malditos bastardos.
Yo, triste camarero del bar del polideportivo, os he visto en momentos bajos, cuando os refugiábais en la esquina de la barra, haciendo que leíais el manoseado Marca, pero lo que realmente estábais haciendo era lamentaros porque no teníais tanto volumen muscular como vuestro vecino de bicicleta estática.
Vosotros, malditos bastardos, que me miráis a mí, al pobre camarero manco del polideportivo, con cierto desdén, como por encima del hombro, como si estuviérais en una fase más avanzada y hablárais a un niño.
Pues este camarero al que le falta el brazo desde el codo, este camarero gordinflón y calvo, hace las mejores tortillas de patata de la ciudad.
Este pobre camarero se ha reído de su minusvalía y ha superado con creces la meta que la sociedad le había impuesto. Una sociedad llena de prejuicios que le señalaba un taller ocupacional para disminuídos psíquicos para el resto de su vida. No vas a poder aspirar a más, amigo. Trabajarás con ellos. Son retrasados pero son muy cariñosos, te gustará estar aquí.
Pero no. Soy tan tenaz como manco. Aposté y gané. Trabajé y lo conseguí. Llevo el bar del polideportivo. Y yo solo. Bueno, mi brazo y yo.
Pero no. Vosotros, lejos de reconocerme el mérito, me miráis con una mezcla de desprecio y pena. Vosotros, que sabéis que mis tortillas de patata son las mejores de la ciudad, me pedís un pintxo y os dejáis la mitad en el plato. Claro, para no engordar. Mucho batido de proteína y después dejáis abandonada la mejor tortilla del lugar.
No hay mayor desprecio que ese. ¿ Qué os habéis creído, malditos bastardos?¿ Que me he pasado toda la vida luchando para que después me hagáis esto?
Se acabó muchachos. Os voy a dar lo que pedís. No me dejáis otra opción. Empezaré contigo, Charlie. No es que te tenga especial antipatía. Pero has sido el primero en entrar.
- Hola Seve, ¿ me pones un aquarius y un pintxo de tortilla?
- Sí claro Charlie. Pero antes te voy a pedir un favor: ¿ podrías pasar a la cocina y escribirme en un papel “ Tenemos batido de proteína”? Ya sabes que me cortaron el “brazo bueno” y con el que me han dejado me sale letra de médico…
- Por supuesto, voy y te lo hago en un momento.
Charlie entra en la cocina y cae redondo tras recibir un sartenazo en la cabeza.
Seve ha encontrado un sustitutivo al sexo. Un placer que supera el orgasmo. Un divertimento que tiene como hipocentro el muñón. Toma un cuchillo jamonero y el muñón hacen el resto. Clavar en carne y desangrar. Cortar en pequeños pedazos que se puedan meter en la batidora. Carne de culturista y polvos de batido. Los mezclo con agua, lo rebajo y ya hay batido de proteína en el bar polideportivo.
Malditos bastardos. Hace tan solo seis meses que hice de Charlie el mejor batido de proteína de la ciudad y ya habéis olvidado mi tortilla de patata. Ya ni la pedís. Con el batido ya tenéis suficiente. Os da igual que vayáis desapareciendo poco a poco. No os preguntáis donde estarán vuestros antiguos compañeros de gimnasio. Os da igual. Menos competencia en el corral.
Ahora tenéis nuevos gallos con los que compararos. Nuevos vigoréxicos que han venido de otros gimnasios atraídos por el nuevo y milagroso batido de proteína del bar del polideportivo.
Con vosotros tengo negocio para rato, malditos bastardos.
Ojo Muerte
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