domingo, 22 de agosto de 2010

MONOGAXX PLANET de Monogay (Clifford Records).


Desde el sur, desde Clifford Records, que siguen construyendo con valentía un catálogo ecléctico y arriesgado de mucha calidad, nos llega la primera entrega de los psicosimios Monogay. Monogax planet, producido por Paco Loco, es un sangriento legado de garage y saturación de unos monos que aterrizan por accidente en Palomares y revierten a su estado más primitivo: el humano rockero. El disco se abre con un riff monolítico propio del pleistoceno ansioso de la música independiente, Módulo 7 revienta a base de bajos rugosos y una voz iracunda, de esas que generan violencia intelectual. El archivo sonoro que acumulan estos simios remite a un Bowie psicótico después de una noche de juerga con The Residents en Kill YBF, como si frotaran las guitarras sobre una pizarra espacial al ritmo cansino de un theremin. Sin demasiadas concesiones y una voz que bucea entre la telaraña instrumental repiten, como máquinas de loops orgánicas, melodías desquiciadas en Bastard Son. Un ligero remanso entre guitarras de cadmio sirve como sintonía para el Apocalipsis de un planeta en Monogaxx planet, juguetones y afónicos. Volvemos a los noventa más chulescos en King Kongay, como una banda de surf tocando en una playa contaminada de uranio. En FES la evolución de estos miembros honorarios del Charlon Heston Fan Club les lleva a articular sus primeras palabras en español, más Nu Miles que Triángulo de Amor Bizarro. Calgary es una densa caminata eléctrica, con un punto retro, chapoteando en las descargas ambientales del ruido más melódico. El cierre viene con La Riviera, un encontronazo con los patrones del pop para terminar en un festín de distorsión magnética muy gamberra. ¿Hay alguien ahí? ¿vendrán pronto a buscarme?

Octavio Gómez Milián

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